En un viaje de ida y vuelta, Las semillas de Urano parte de los clásicos para mostrar un mito renovado, y de ahí, otra vez al origen, el de la creación. En el misterio de la palabra está el misterio de la vida, y de la relación entre ambos surgen estas semillas que fecundan el papel. Urano es el dios del cielo, en la mitología griega, hijo y amante de Gea, la Tierra, quien lo fecunda para luego expulsarlo y fecundarse a sí misma. La redondez de la creación vista a través de las piedras y de viejos oráculos que recuperan el canto y vuelven a la caja de Pandora, a la sexualidad de lo andrógino, a la piedra que rueda con Sísifo y lo arrastra. Los dioses, dice
Browne, entregaron las llaves al poeta.