Individualidades

Individualidades

Desde el pasado dos de septiembre, junto al nuevo estadio de San Mamés hay una calle dedicada a Telmo Zarra, ídolo de los leones y de la afición española. Ya lo decía la canción de los hermanos bilbaínos, de la misma época en que Zarra jugaba en el equipo vizcaíno: ‹‹Athletic, Athletic Club de limpia tradición/ nadie más que tú luce mejor blasón/ del fútbol eres ley, te llaman el león/ y tu afición… ¡es reina del fútbol español!›› ¿Acaso no se podrían trasladar estas palabras al nueve de aquel equipo, al nueve más importante que ha dado el fútbol español?

Nacido en Erandio en 1921, Telmo Zarraonandia, Zarra, sigue siendo hoy día el máximo goleador de las competiciones españolas, con 252 goles en Liga y 81 en Copa, sumando un total de 333. Ha aguantado el envite de goleadores como Hugo Sánchez, Raúl o David Villa, y muy probablemente tendrá que abdicar en una o dos temporadas ante el empuje y constancia de Lionel Messi, que suma ya 245 en Liga y parece que será el primero, cincuenta años después de su retirada, en arrebatarle el trono de máximo goleador histórico. La calle a su nombre se la prometió en 1997 el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, cuyo sucesor en el cargo dio el paso definitivo aprovechando la construcción del nuevo estadio.

La calle de Telmo Zarra desemboca nada menos que en la calle dedicada a Pichichi, Rafael Moreno, otro grande del Athletic (1911–1921) cuyos goles dieron lugar al trofeo Pichichi al máximo goleador de la temporada. Zarra es quien más veces lo ganó, seis en total, en los años 45, 46, 47, 50, 51 y 53, con la añadida consecución de una Liga y cinco Copas. Su participación en la selección española fue notable igual, con veinte partidos disputados y veinte goles marcados, unas cifras difíciles de superar. Su gol más importante con el equipo nacional fue en el Mundial de Brasil 1950, en los cuartos de final contra Inglaterra, un gol que dio a España la clasificación para las semifinales por primera y última vez hasta el Mundial de Sudáfrica 2010.

El estilo de Zarra era el regate, pero en esa época, en sus propias palabras, un delantero centro no podía regatear en el área porque lo mataban. Hubo de perfeccionar el remate, por lo tanto, convirtiéndose en letal, gracias a los centros de sus compañeros Iriondo, Panizo y Gainza. Destacaba de forma especial en el remate de cabeza, al punto de que, en un partido de España contra Suecia en tierras nórdicas, los periódicos del país escandinavo anunciaron el partido de la siguiente manera: ‹‹¡Admiren la mejor cabeza de Europa después de Churchill!››

Así era Zarra, la segunda cabeza más importante de Europa, y la calle a su nombre llegó ocho años después de su muerte, acaecida en febrero de 2006, a los ochenta y cinco años. Podrían habérsela concedido antes, aunque en su caso el sitio es inmejorable, y además es propio de una gran cabeza no darle a estos tributos demasiada relevancia. Otros actúan de distinta manera, y no por ello son menos célebres. Tal es el caso de Xavier Cugat, músico español (Girona, 1900–Barcelona, 1990) criado en Cuba y gran difusor de las músicas afrocubana y latinoamericana. Sus discos Mambo at the Waldorf, Merengue, by Cugat! y Cugat Favorite Rhumbas fueron muy famosos, así como sus continuas apariciones en cine con su banda y también como actor. Puso música a las primeras películas sonoras y décadas después Woody Allen incluyó temas suyos en varias películas. Cugat era conocido por sujetar en brazos un perrito chihuahua mientras dirigía su orquesta, y de nuevo Woody Allen, en Días de radio, quiso rendirle un mínimo homenaje al poner un chihuahua en brazos de un director de orquesta. Su nombre es mencionado en Un tranvía llamado deseo, por otra parte, y en A Goofy Movie, de Disney, se refieren a él como ‹‹el rey del mambo››.

Xavier Cugat forma parte del grupo de genios que sin cesar da el carácter latino, y en particular España, un surtido grupo al que nunca le faltan socios. España es una cantera de grandes individualidades, un hecho que sólo los éxitos internacionales de los deportes en equipo logran contrarrestar. Un rematador como Zarra precisa de los centros que Iriondo, Panizo o Gainza le ponían, y por eso también, no sólo por su habilidad ante la portería rival, Zarra fue una gran cabeza. En el momento en que renunció al regate en favor del remate dio un paso hacia el grupo, que a la postre y a fuerza de marcar goles le trajo el reconocimiento personal.

La calle a su nombre es el último de una larga serie de reconocimientos, un premio a todas luces individual. En la placa no hay espacio para sus compañeros, como tampoco lo hay en la Rambla de Xavier Cugat, en Girona, para quienes formaron parte de su orquesta. Y es natural, no es cuestión de quitarles mérito a quienes destacaron sobre el resto. Lo curioso en el caso de Cugat es que, consciente de su fuerza individual, retirado ya en España, dijo que se dieran prisa en poner a su nombre una calle, una plaza o lo que fuera, porque si no iba a prohibirlo en el testamento. Su propósito era evidente.

Escrito por Juan Bautista Durán