Caligrafía

Caligrafía

 

Por Juan Bautista Durán

Dos noticias recientes podrían dar lugar al argumento de una novela de Asimov o Lem sobre la rebelión de las máquinas, asunto trillado que ya no parece interesar a ningún novelista de ciencia ficción pero que cada día resulta más cotidiano. El astrofísico inglés Stephen Hawking prevé para los próximos años el advenimiento de la inteligencia artificial, un fenómeno que obligaría a la humanidad a colonizar otros planetas. Y si no, dice, tiempo al tiempo. De hecho, recomienda iniciar ya la colonización para que los robots no nos cojan por sorpresa, dormidos en los laureles de la Tierra. ‹‹El desarrollo de una completa inteligencia artificial podría traducirse en el fin de la humanidad››, remacha. Claro que Hawking vive sujeto a la inteligencia artificial mucho más que el resto de los mortales, y eso, a la hora de dar sus apocalípticas predicciones, no lo puede obviar. Se refiere a tal advenimiento con similar trascendencia a la que antaño merecían los extraterrestres, cuyo desplante, porque nunca llegaron, hizo que el ser humano desarrollara en su seno al nuevo enemigo.

La informática dejó atrás primero a la mecánica y en breve, de acuerdo con Hawking, al ser humano, al punto de que ni escribir a mano merece la pena. ¿Para qué, si toda comunicación humana por escrito pasa por un aparato informático? Ésta es la conclusión del Instituto Nacional de Educación finlandés, tras un año dedicado a la reflexión sobre las competencias que los alumnos deben adquirir. La noticia ocupa los titulares de prensa de los últimos días, y aunque las consecuencias parecen menores que las del Apocalipsis de Hawking, el revuelo creado anda a la par. Que la caligrafía no vaya a formar parte del currículo escolar de Finlandia a partir del curso 2016-17 no dejó indiferente a nadie. Los alumnos aprenderán a escribir a mano de forma simplificada, dice la responsable del Instituto Nacional de Educación finlandés, con letra de palo. La educación se desarrollará a través de los ordenadores, una medida que, practicidad aparte, no está claro que ayude a las generaciones venideras a defenderse mejor con las nuevas tecnologías o las vuelva más vulnerables a ellas.

Las voces contrarias a esta medida dicen que escribir a mano permite una mayor destreza de dedos y manos, contribuye a estructurar mejor los espacios y el pensamiento, y esto favorece la comprensión y la capacidad de síntesis. Además, aseguran, una vez se aprende a escribir a mano, escribir con un teclado resulta más cómodo y sencillo, y ofrece nuevas posibilidades textuales. Las voces favorables, en cambio, dicen que la caligrafía exige un dominio de la mano y por tanto un tiempo que, sin embargo, con la letra de palo y el teclado se podrá dedicar a cuestiones más importantes para los niños.

En España ya existen colegios que dedican menos atención a la caligrafía, debido al tiempo que requiere y a que es un tipo de grafía, según M. A. Miret, especialista en letroescritura de la Blanquerna, ‹‹que los alumnos sólo ven dentro de la escuela y les aburre››. ¿Y quién no se aburrió en la escuela? ¿Acaso van a eliminar todo lo que los alumnos sólo ven en la escuela? ¿Y la satisfacción por los retos alcanzados? Ya aparecerán quienes consideren la caligrafía un deje retro a rescatar y se abrirán escuelas de caligrafía a las que acudirán los niños a la salida del colegio, entre los días de fútbol y alemán, para escribir y hacer cenefas sin otro objetivo que el de ser retros e imitar a sus antepasados. A lo mejor incluso les enseñan a hacer aviones de papel con mensajes en el interior. Esto habrá de llegar antes que el advenimiento de la inteligencia artificial previsto por Hawking, o al menos antes de la colonización de otros planetas.

—¿Qué tal la vida en Marte?

—De maravilla, oye, hemos descubierto una nueva raza animal, aunque ellos deben de creer que la nueva raza somos nosotros.

—Bah, ignorantes.

En opinión del astrofísico inglés, ‹‹los humanos están limitados por una evolución biológica lenta, por lo que no podrán competir con las máquinas, cuya regeneración es cada vez más rápida y podrían reemplazarnos››. Estas predicciones dan a la caligrafía un peso aún más grande que el de quienes defienden sus valores educativos, y es que el advenimiento de los robots, si no, daría como resultado la incomunicación humana, más allá de la vía oral. Y ya se sabe que las palabras, si no están escritas, se las lleva el viento, un elemento contra el que nada tenemos que hacer: es veloz y lleva en este planeta desde su mismísima creación.

 

© de la imagen: obra de Francesc Daranas