Hábitos de lectura

Hábitos de lectura

Por Juan Bautista Durán

Corre una imagen en las redes sociales en la que se ve una mesa con ropa interior expuesta y dos montoncitos de libros al lado, junto a los cuales, en un cartel, se lee: «Por la compra de 3 bragas regalamos 1 libro.» No se aprecia la editorial ni la temática de los libros, si bien tienen pinta de ser ensayísticos o de poesía, y publicados por un sello local, si no español, hispanoamericano. La oferta tiene múltiples interpretaciones, de forma particular ahora que salió el informe anual de hábitos de lectura en España, presentado por la Federación de Gremios de Editores, según el cual la población lectora se mantiene estable mientras que la no lectora se va reduciendo progresivamente. Esto se traduce de la siguiente manera: los lectores frecuentes, es decir, diarios o semanales, constituyen el 52,5% de la población; los ocasionales, es decir, mensuales o trimestrales, el 12,3%; los no lectores, que nunca o casi nunca cogen un libro, el 35,2%.

         De acuerdo con la gráfica que acompaña estos datos, el porcentaje de lectores frecuentes ha aumentado en España un 5,3% en los últimos diez años, pasando de un 47,2% en 2012 al actual 52,5%, mientras que el de no lectores se ha reducido un 5,7%, es decir, del 40,9% al 35,2%. Los lectores ocasionales apenas varían, en cambio, siendo los que más clara tienen su posición respecto al libro. «Ni sí ni no, que si me cae un buen libro pues no lo voy a rechazar, pero hay tantas cosas que no me da tiempo a pensar en libros.» «¿Uno o dos al trimestre, entonces?» «Sí, ponga esto.» Podría ser ésta una simulación de la encuesta, con los enormes vacíos a que da lugar y que a buen seguro los profesionales del sector sabrán interpretar. El informe refleja también que las mujeres son más lectoras que los hombres (un 69,9% frente al 59,5%) y que las franjas de edad en las que más se lee van de los 14 a los 24 años (74,2% de la población) y de los 45 a los 64 (69,2%), así como la relevancia del nivel educativo para el hábito lector: de la población con estudios primarios lee en torno a un cuarenta por ciento, con estudios secundarios en torno al sesenta por ciento y con estudios universitarios más del ochenta y cinco por ciento.

         A la luz de estos datos vemos que algo sabían los señores del puesto de ropa interior, puesto que no ofrecen un libro por la compra de tres calzoncillos, no, nada de eso, sino que van al público femenino. Y seguro que les ayuda a vender bragas. En Comba tenemos la broma de que el próximo título, para que esto siga rodando, no será un libro sino una línea de bragas. En estos tiempos en que todo el mundo hace de todo, está claro que el sector editorial no puede ser menos, que a algunos nos iba mejor cuando la gente no leía tanto. O no decía leer tanto. Se aprende también a responder encuestas y, por qué no, a engañarse a uno mismo, a responder menos respecto a la estricta realidad que a cuanto esperamos de nosotros mismos. Luego, claro, es preferible llevar ropa interior cómoda y agradable a estrujarse los sesos tratando de interpretar según qué historias.

         Otros datos interesantes del informe reflejan que el principal punto de venta de libros son las librerías, tanto pertenecientes a cadenas como independientes, un dato que se mantiene respecto a años anteriores y que, por otra parte, muestra cómo el gran cambio en los hábitos de compra es Internet. En los últimos diez años la venta online ha aumentado en más de un veinte por ciento. Lo que sigue estancado, por el contrario, es la lectura en soporte digital, que apenas alcanza un 6,6% del total, con un decrecimiento significativo de las plataformas de suscripción de ebooks (-15%). Y sigue creciendo, tras unos años de desarrollo e implantación, el mercado del audiolibro, cuyos ingresos superan en más de un cincuenta por ciento los del año pasado. Claro que esto merece un punto aparte, ya que se está incluyendo en el informe anual de lectura un dispositivo donde el lector se convierte en oyente. ¿Entendemos entonces la lectura como el mero entender o interpretar, sin que haya en medio una representación gráfica? ¿Eran lectores quienes antaño se ponían junto a la radio a seguir la novela?

         La pregunta clave acaso sea si el audiolibro contribuye a generar lectores o más bien los destruye. Porque el problema sigue siendo el mismo de hace diez, veinte, treinta o cuarenta años, y éste no es otro que cómo llegar al lector, a ese sesenta y cinco por ciento aproximado de la población que se considera lectora. La broma de las bragas lo es y no lo es, en la medida en que los libros que no encuentran lector son libros incompletos, libros cojos, cuyo propósito último no llega a cumplirse. Y da igual su temática. El fin de todo editor, junto con la elaboración de un catálogo de calidad, coherente y unitario, consiste en llegar al lector, hacer que éste se sienta impulsado a leer determinado libro y de ahí a acercarse a otros tantos. De un modo rimbombante llamaríamos a esto «la creación de lectores». ¿Todo vale para ello? ¿Lo estamos consiguiendo a la vista de este informe anual de lectura? Habría que ver cuánto se publica de más para llegar a cuadrar estos datos, y sobre todo, volviendo a la imagen del principio, qué parte del total se sitúa por encima de las tres bragas —importa más el valor del libro— y qué parte por debajo —importa más el valor de las bragas—. Eso nos daría una buena radiografía del sector y también, con toda probabilidad, del nivel sociocultural del país.